DSM-V

Una modesta propuesta hecha de buena fe

Bill O'Hanlon y Paul Lambakis

Con la reciente aparición del DSM-III, la versión revisada del DSM-III (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), se nos ha recordado que habrá futuras revisiones de esta augusta biblia de los diagnósticos psiquiátricos y hemos querido hacer alguna aportación con la modesta esperanza de que aparezca en ellas. Conscientes de que nuestra propuesta podrá parecer un poco radical dado el clima imperante en la práctica actual, la ofrecemos para la edición posterior a la siguiente, es decir, para el DSM-V, con la esperanza de que por aquel entonces la profesión ya esté lista para asimilar nuestras ideas. Nuestra propuesta pretende simplificar de una manera radical las categorías de diagnóstico, limitándolas a tres clases y unas cuantas variaciones.

Categoría 1000.X

"Problemas de origen iatrogénico". Esta categoría, que constituiría el grueso de los diagnósticos en el DSM-V, especifica procesos de enfermedad que se originan o empeoran mediante el contacto con profesionales de la salud menta.

Categoría 1001.X

"Dependencia química de origen iatrogénico". Esta categoría se reserva para los pacientes cuyos psiquiatras les han convencido de la necesidad de medicarse sin que haya ninguna prueba de esta necesidad y aunque la medicación pueda perturbar gravemente su funcionamiento.

Categoría 1002.X

"Suicidio facilitado iatrogénicamente". Aquí se incluyen las personas cuyos médicos les recetan tantos fármacos que acaban suicidándose por alguna de las razones siguientes:

a) a causa del desaliento que les produce tener que medicarse constantemente;

b) porque la medicación les nubla la razón;

c) porque sí, porque ya está bien; y

d) por una combinación de a), b) y c).

Categoría 2000.X

"Síndrome psiquiátrico del mes (o enfermedad de la tele matutina)". Esta categoría es para todos los síndromes psiquiátricos populares que aparecen y desaparecen como modas según la época. ¿Nos acordamos de la Viena de Freud, cuando la histeria era una enfermedad de lo más popular? ¿A dónde han ido a parar todas aquellas histéricas? Pues al mismo lugar que los bajitos con complejo de inferioridad: las modas del diagnóstico han convertido esas dolencias en simples anécdotas de la historia. Algunas enfermedades se crearán y abolirán por referéndum (como la homosexualidad durante los años setenta). Otras se crearán por demanda popular. Cuando por la puerta de nuestra consulta entre la quinta paciente llevando en la mano el libro "Las mujeres amamos demasiado", podremos proponer que sea nombrado "Síndrome psiquiátrico del mes". El síndrome con más votos al final de cada mes será dado a conocer en los boletines y las revistas de los principales colegios y asociaciones profesionales.

Categoría 2001.X

"Pacientes a los que es aceptable detestar". Los profesionales de la salud mental también son personas y tienen sentimientos. En los tiempos en los que el machismo campaba a sus anchas, esta categoría estaba ocupada por las madres esquizofrenogénicas (por cierto, ¿a dónde habrán ido a parar?). Hoy en día está ocupada por los padres incestuosos y los hombres que maltratan a sus mujeres. Proponemos que el día de mañana los sujetos pertenecientes a esta categoría se determinen siguiendo el mismo método empleado para determinar el "Síndrome psiquiátrico del mes" expuesto anteriormente.

Categoría 2002.X

"Resistencia teórica". Este diagnóstico está reservado para los pacientes que no han leído como Dios manda los artículos y libros escritos por el profesional de la salud mental que les presta sus servicios. Si lo hubieran hecho, habrían sabido cómo responder a las ingeniosas intervenciones que ha tenido a bien hacerles. Por ello se les debe considerar resistentes al tratamiento.

Categoría 3000.X

"Ausencia de trastorno mental". Esperamos que ésta sea una de las principales categorías del DSM-V. Siempre y cuando podamos convencer a las mutuas, compañías de seguros y otras entidades "paganas" de que la deben cubrir. Si no es así, esta categoría servirá para tranquilizar a las susodichas entidades haciéndoles saber que es posible no tener ningún trastorno mental (aunque, eso sí, procurando no aplicar esta categoría nunca -y lo repetimos, nunca- a nadie que pague a través de esas entidades).

Categoría 3001.X

"Trastorno mental latente". Durante años, los peces gordos de la salud mental y otros agentes del control social han sabido que lo más prudente es tener seguras las espaldas (véase Orwell, George). Así pues, ofrecemos esta categoría para quienes hoy por hoy no se pueden beneficiar de una mutua por no tener profesión conocida y consideran la posibilidad de pasar el tiempo en una institución con todos los gastos pagados.

Categoría 3002.X

"Trastorno mental aplazado". Esta categoría incluye a las personas que han sido enviadas por una mutua y han agotado el número de sesiones permitidas para el año en curso. Naturalmente, un buen protocolo exige una cita de seguimiento a principios del año siguiente para realizar una evaluación exhaustiva que permita descubrir cualquier posible reactivación del trastorno mental.

Categoría 3003.X

"Ausencia encubierta del trastorno mental". Este diagnóstico describe a las personas que están como una regadera, pero no pueden permitirse el lujo de un tratamiento ni acogerse a los servicios de una mutua o similar.

Además de estas categorías, existen unos índices que permiten afinar más el diagnóstico y dar alguna idea del pronóstico. Cuando mayor sea el número que sigue al punto decimal, peor será el pronóstico. Estos números son:

0,1= Al terapeuta le gusta el paciente. El paciente pertenece a la misma clase social que el terapeuta y viste, habla y actúa igual que él. El paciente es del sexo y raza que prefiere el terapeuta. Pronóstico: excelente.

0,2= Al terapeuta no le gusta el paciente. El paciente no es como él. Pronóstico: grave.

0,3= El paciente no puede permitirse el lujo de pagar por los servicios y no puede acogerse a una mutua o similar. Pronóstico: pésimo.

0,4= A la secretaria, la enfermera o la mujer del terapeuta no le gusta el paciente. Pronóstico: nada que hacer.


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